¿Qué desventajas tiene la IA? No todo lo que brilla es oro
Nos vendieron la inteligencia artificial como la gran revolución.
Que nos iba a hacer la vida más fácil. Que eliminaría el trabajo repetitivo, nos haría más productivos y hasta mejoraría la medicina.
Y en parte, es cierto.
Pero no todo lo que brilla es oro.
Porque, así como tiene beneficios, también tiene desafíos. Y no de los pequeños. Estamos hablando de cambios que pueden afectar desde el mercado laboral hasta la privacidad y la educación.
Hoy no vengo a demonizar la IA. Ni a santificarla.
Vengo a contarte las cosas como son.
Sin filtro.
¿Nos va a dejar sin trabajo?
La IA está cambiando el mundo laboral.
El Foro Económico Mundial estima que para 2025 la automatización podría eliminar 85 millones de empleos(Foro Económico Mundial).
Pero también hay otra cara de la moneda: se espera la creación de 97 millones de nuevos puestos de trabajo.
El reto es este: esos nuevos empleos requieren habilidades diferentes.
Y aquí es donde la preparación se vuelve clave.
No se trata de quedarse esperando a ver qué pasa. Empresas, gobiernos e instituciones educativas ya están implementando programas para capacitar a las personas en el uso de IA (La Tinta).
Algunas legislaciones incluso obligan a las empresas a invertir en la formación de su personal cuando implementan IA.
Así que la clave no es el miedo, es la adaptación.
¿La IA puede ser racista o machista?
Aquí hay algo que hay que entender bien: la inteligencia artificial no es neutral.
No es que sea “mala” o “buena”. Es que aprende de nosotros. Y si nosotros tenemos sesgos, la IA los replica.
En BDO explican que los algoritmos pueden tener sesgos desde el momento en que los programan.
Por eso, los sistemas de IA encargados de contratar personal han demostrado preferir ciertos perfiles sobre otros.
Y en los motores de búsqueda, las imágenes que aparecen reflejan estereotipos que ya existen en la sociedad(UNESCO).
Pero hay soluciones. Hoy existen auditorías de sesgo algorítmico y normativas que obligan a empresas y gobiernos a desarrollar IA con mayor equidad.
No es perfecto, pero se está trabajando en ello.
¿Nos están espiando con la IA?
La IA necesita datos. Muchos datos.
Y ahí es donde entra la privacidad.
En Inesdi explican que los sistemas de inteligencia artificial pueden recopilar y analizar enormes cantidades de información personal.
Tu teléfono sabe dónde estás.
Tu historial de búsqueda dice más de ti que tu mejor amigo.
Tus redes sociales pueden predecir qué comprarás antes de que tú lo sepas.
Pero no todo está perdido.
Las regulaciones sobre privacidad están avanzando. Normativas como el RGPD en Europa y legislaciones en América obligan a las empresas a ser más transparentes sobre el uso de datos (CESCE).
¿Lo mejor que puedes hacer? Aprender a gestionar tu privacidad. Revisar permisos, entender qué datos compartes y exigir más transparencia.
¿Podemos confiar en la IA?
Aquí viene el problema más grande de todos.
Muchas decisiones ya no las toman humanos. Las toma una máquina.
Desde aprobar o no un crédito hasta decidir qué contenido ves en redes.
El problema es que no siempre sabemos cómo llega a esas decisiones.
En DII Chile explican el concepto de “caja negra”, que básicamente significa que ni siquiera los propios programadores pueden explicar cómo la IA toma ciertas decisiones.
Pero esto ya no es un tema sin control. Existen regulaciones que exigen mayor transparencia en el desarrollo de IA.
Además, hay cada vez más empresas que están trabajando en modelos más explicables.
El objetivo es que no tengamos que confiar a ciegas, sino que podamos entender cómo funcionan estas decisiones.
¿Nos estamos volviendo más dependientes de la IA?
Última, pero no menos importante: si dejamos que la IA haga todo por nosotros, ¿qué nos queda?
Hoy, ya hay programas que escriben textos, generan imágenes, hacen música y hasta responden correos.
En La Tinta explican que mientras más dependemos de la inteligencia artificial, menos usamos nuestras propias capacidades.
Pero aquí hay un punto clave: la IA no está para reemplazarnos, sino para potenciarnos.
Si sabemos usarla bien, puede ser una herramienta increíble para aprender, crear y mejorar nuestro trabajo.
Si la usamos mal, podemos perder habilidades que nos han tomado siglos desarrollar.
Como todo, depende de cómo la manejemos.
Entonces, ¿qué desventajas tiene la IA?
No se trata de miedo ni de paranoia. Se trata de entender la realidad.
La IA es una herramienta poderosa.
Puede cambiar industrias enteras, mejorar la eficiencia y ampliar el conocimiento.
Pero también puede:
- Dejar a millones sin empleo si no se toman medidas de adaptación.
- Perpetuar desigualdades y discriminación si no se revisan sus sesgos.
- Comprometer nuestra privacidad si no exigimos regulaciones más claras.
- Tomar decisiones poco transparentes si no hay control y auditoría.
- Hacernos más dependientes si no aprendemos a usarla con criterio.
La pregunta no es si la IA es buena o mala. La pregunta es: ¿quién la controla y con qué propósito?
Porque la tecnología no tiene ética. Pero las personas que la crean y la usan, sí.
La preparación es clave
Si algo queda claro con la IA es que no puedes quedarte mirando desde la banca.
El cambio ya está aquí y, como con cualquier revolución tecnológica, la diferencia la hará quien se prepare.
No importa si es conmigo en mis talleres, con un curso online o donde prefieras, pero hazlo.
Porque el futuro no espera. Y la IA, tampoco.
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