Un día me vi en versión Ghibli, Candy Candy y hasta como personaje de Futurama.
No en sueños.
Con un par de clics en ChatGPT.
También me proyecté al pasado como si viviera en el Japón feudal.
Y al futuro, como si trabajara en una estación espacial con gafas de realidad aumentada.
Las imágenes eran tan buenas, que daban miedo.
Y ahí fue cuando me cayó el veinte.
¿Estamos jugando con arte o cometiendo un plagio con filtro de nostalgia?
¿Por qué la moda Ghibli es mucho más que una simple tendencia viral?
A finales de marzo de 2025, una función de ChatGPT se volvió tendencia: transformar cualquier imagen al estilo visual de Studio Ghibli.
Y cuando digo “al estilo”, me refiero a algo que parece sacado directamente de El viaje de Chihiro o Mi vecino Totoro.
Personajes con mejillas rosadas, escenarios llenos de niebla mágica, fondos que parecen pintados a mano.
El fenómeno fue tan viral, que hasta Sam Altman, CEO de OpenAI, cambió su foto de perfil por una imagen generada con esta herramienta. Lo contó en su cuenta oficial de X y la gente hizo lo mismo.
Miles de usuarios probaron la función.
En el medio GreenWatchBD relatan cómo incluso se saturaron los servidores de OpenAI por la demanda.
Altman escribió: “Es súper divertido ver a la gente amar las imágenes en ChatGPT, pero nuestras GPUs se están derritiendo”.
Pero ese entusiasmo tiene un precio. Y no es solo técnico. Es ético.
¿Se vale lucrar con Ghibli sin preguntarle a Ghibli?
Esa es la pregunta del millón.
Porque mientras OpenAI juega a ser fan, hay gente que lleva años perfeccionando el trazo de una ceja o el movimiento de una hoja al viento.
Gente como Hayao Miyazaki.
El legendario creador de Studio Ghibli, ese mismo que ha dicho que la IA es un “insulto a la vida misma”, ya había manifestado su rechazo desde 2016. En un documental que volvió a circular, lo muestra horrorizado ante una animación generada por IA.
Lo dijo así, sin matices: “Los humanos estamos perdiendo la fe en nosotros mismos”.
Entonces, cuando ves que ChatGPT puede imitar ese estilo con una simple instrucción, la cosa se complica.
En Euronews lo resumen con claridad: una función inocente se convirtió en un escándalo internacional.
Y es que no se trata solo de estética. Se trata de derechos.
Según el abogado Josh Weigensberg, citado en OpenDataScience, el punto clave es este:
¿Entrenaron el modelo con imágenes protegidas por copyright de Ghibli sin permiso?
Si lo hicieron, dice él, estamos ante un problema legal muy serio.
Y aquí no hay espacio para romanticismos.
Si usaste contenido sin consentimiento para entrenar una IA que luego vendes… eso no es homenaje.
Eso es apropiación.
¿Estamos empujando a los artistas al borde con un clic estilo Ghibli?
La artista Karla Ortiz, que ya tiene demandas activas contra empresas de IA, fue directa.
En GreenWatchBD la citan diciendo que esto no es una simple inspiración de fans.
Es una explotación descarada.
Según ella, OpenAI está usando la reputación de Ghibli para promover sus productos.
Y eso, además de injusto, es un insulto a quienes viven del arte.
Ortiz no está sola. En el medio Brand Equity, varios artistas coinciden: esto devalúa años de trabajo artesanal y lo reduce a un preset con branding nostálgico.
¿La IA debería democratizar el arte?
Claro.
¿Pero a costa de ignorar los derechos de quienes lo crearon?
Ahí ya no suena tan justo.
¿Qué dice OpenAI? ¿Y qué no ha dicho Studio Ghibli?
OpenAI, según explica Diario de Juárez, defiende la función como una “creación original de fans inspiradas”.
Y afirma que impusieron un límite: no puedes generar imágenes imitando a artistas vivos.
Pero ahí está el truco.
Ghibli no es una persona.
Es un estudio.
Y mientras tanto, ni Studio Ghibli ni su distribuidor norteamericano han dicho esta boca es mía.
Su silencio se vuelve ruido.
Aunque conociendo a Miyazaki, no es difícil imaginar lo que piensa.
¿Entonces ya no podemos jugar con IA? ¿Apagamos todo y volvemos al carboncillo?
No.
Pero hay que poner las cosas sobre la mesa.
La función de Ghibli en ChatGPT no es solo un filtro bonito.
Es una grieta en la forma en que entendemos el arte, el crédito y la creatividad.
Y si seguimos abriendo esas grietas sin reglas claras, se nos puede venir el techo encima.
En el medio Xataka, lo resumen así: millones de personas están fascinadas… pero eso no borra las demandas ni la ética.
Porque una cosa es usar IA como herramienta.
Y otra muy distinta es esconder la explotación creativa detrás del filtro de “fan made”.
Yo no te voy a decir qué hacer.
Pero la próxima vez que uses la función de estilo Ghibli, pregúntate:
¿Esto es creatividad o piratería de lujo?
Porque sí, te puede salir una imagen hermosa.
Pero si para hacerla, estás pisando el trabajo de otro sin pedir permiso…
Entonces no es tan hermosa como crees.
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Y sí, todos los días trato de vender algo.