¿Y si el futuro ya llegó y nadie nos avisó?
La inteligencia artificial no necesita pasaporte.
Ya cruzó todas las fronteras.
Ahora está aquí, sentada en nuestra mesa, pidiendo café y decidiendo si somos “aptos” para el crédito, para el empleo… o para el olvido.
Esto no es ciencia ficción.
Es la agenda diaria de los CIOs y líderes tecnológicos.
Es la conversación que urge tener.
Por eso acepté con gusto la invitación a moderar un panel en 4CIO México 2025, un evento privado y exclusivo donde se hablará de lo que viene, sin filtros ni adornos.
¿El tema central?
Una provocación con juego de palabras: UtopIA. Un mundo nuevo admirable.
Sí, con IA.
Y con todo lo que eso implica.
Bastante más de lo que parece.
La inspiración del evento viene directo de Aldous Huxley y su novela Un Mundo Feliz, donde los humanos están tan anestesiados por la tecnología que ni sienten.
Tampoco deciden.
Mucho menos cuestionan.
¿Te suena?
La IA de hoy no se toma en pastillas, pero sí en dashboards.
No se inyecta, aunque se entrena.
Y mientras el mundo celebra lo “eficiente” y lo “automático”, la pregunta incómoda sigue sin resolverse:
¿Dónde quedó la ética?
Ese es el punto de partida de mi presentación.
Diez minutos donde plantearé las verdaderas preguntas antes de abrir paso a tres ejecutivos invitados.
Un panel con visión, sustancia y sin miedo al desacuerdo.
Y sí: estas son las charlas sobre IA y ética que necesitamos más seguido.
Spoiler: nada bueno.
La velocidad del desarrollo tecnológico es brutal.
Tan brutal, que muchos están saltándose pasos esenciales.
Y uno de esos pasos es la ética.
No se puede agregar al final como si fuera un plugin.
Tiene que ir en el código, desde el diseño.
Lo he dicho antes y lo volveré a decir en el escenario:
“Si tu algoritmo discrimina, no es un fallo técnico. Es una responsabilidad ética”.
No se trata de frenar la innovación, sino de cuestionarla mejor.
Con equipos diversos, con normativas escritas por humanos reales, no solo tecnócratas de gabinete.
De lo contrario, la utopía que soñamos se convertirá en una distopía con buena interfaz.
Cada vez que alguien me dice: “Luis, la IA lo hace mejor”, mi respuesta es otra pregunta:
¿Mejor en qué?
Detectar patrones, diagnosticar más rápido, personalizar tareas. Todo eso está bien.
Pero hay cosas que una máquina jamás podrá replicar:
Una mirada que contiene.
Una voz que alivia.
Un silencio compartido en el momento justo.
El Dr. Pablo Vidal, por ejemplo, usa IA para ser más preciso, pero no por eso deja de mirar a los ojos.
Los buenos médicos lo saben: la empatía sigue siendo insustituible.
Lo mismo pasa en educación.
Puedes tener un sistema que adapte contenidos a cada persona, pero ningún algoritmo reemplaza a ese mentor que te dice “yo creo en ti”.
Por eso repito lo que he dicho en más de una conferencia: “Human in the loop”, siempre.
Algunas tareas, sí.
Eso es inevitable.
Pero el verdadero problema no es la tecnología, es que seguimos entrenando personas para un mundo que ya no existe.
Aquí es donde las empresas tienen que tomar el liderazgo.
No basta con automatizar procesos.
Hay que reentrenar, capacitar, acompañar.
No lo digo como eslogan, lo digo como diagnóstico:
“Si no inviertes en tu talento humano, lo que estás haciendo no es transformación digital. Es precarización 4.0”.
Y eso se paga caro.
En clima laboral, en reputación, en resultados a largo plazo.
Vivimos en una época donde los datos valen más que el petróleo.
Pero los entregamos a cambio de tests de personalidad ridículos o apps de moda.
Mientras tanto, los ataques digitales aumentan y la regulación…
En fin.
Muchos legisladores siguen sin entender lo que es un algoritmo.
No basta con autorregularse.
Necesitamos co-regulación con todos los actores en la mesa:
Gobierno, ciudadanía, sector privado.
Las reglas tienen que ser claras, actualizadas y aplicables.
Y tienen que surgir desde el conocimiento, no desde el miedo.
Todo esto lo vamos a plantear en el panel, con ejemplos concretos, sin pánico ni propaganda.
Porque las charlas sobre IA y ética también tienen que hablar de privacidad, de derechos, de soberanía digital.
No.
De hecho, si no la entendemos bien, puede empeorar muchas cosas.
El hype está por todos lados.
La promesa infinita.
El discurso de “esto va a cambiarlo todo”.
Pero la realidad avanza más lento.
Y si no se gestiona esa brecha entre expectativas y resultados, vamos a terminar con una ciudadanía frustrada y desconfiada.
Por eso insisto tanto en educación digital, pensamiento crítico y narrativa honesta.
Hay que aprender a hacer las preguntas correctas.
Y dejar de esperar milagros tecnológicos que no van a llegar.
Este 2 de mayo por la mañana estaré en 4CIO México 2025, conduciendo un panel con líderes que están enfrentando estos dilemas en tiempo real.
Una hora de conversación sin clichés.
Sin respuestas fáciles.
Y con preguntas que vale la pena hacerse.
Si tú también organizas eventos donde hace falta una voz crítica, pero constructiva…
Una charla que conecte lo técnico con lo humano…
Un conferencista que no te lea diapositivas, sino que provoque reflexión…
Podría ser tu próximo conferencista.
Trabajo con ejecutivos, consultores y líderes de transformación para traducir tendencias tecnológicas en decisiones estratégicas.
Y para traer a escena lo que otros prefieren mantener en la trastienda.
¿Hablamos?
Y si este tipo de ideas te interesa, te cuento que mando un mail diario a las 3:30 PM.
Se lee en dos minutos.
Trato temas como inteligencia artificial, productividad, tendencias y a veces… hasta vendo algo.