¿Cómo activar los controles parentales?
¿Y si el verdadero peligro no es el acceso, sino la ausencia de acompañamiento?
Guías
Yo lo hago por amor al arte, pero ¿te gustaría agradecerme?
Si este taller te sirve y quieres agradecerme, puedes invitarme un café.
Llevo más de 20 años en el mundo de la tecnología.
Y acabo de cumplir 11 años como papá.
Uno pensaría que, con ese combo, lo tendría todo resuelto.
Pero fue en pandemia cuando entendí que el problema no era técnico.
Era humano.
Mi hijo tenía 7 años.
Encerrado. Sin escuela presencial.
Y el único espacio donde podía interactuar con su grupo era Roblox.
Sabía que había controversias: grooming, lenguaje violento, usuarios adultos haciéndose pasar por niños.
Pero también sabía que si lo aislaba, perdía algo más importante: su conexión social.
Así que abrí la puerta digital.
Y con eso, empecé mi propia travesía: aprender a activar los controles parentales, no solo en su tablet, sino en mi cabeza.
¿Qué significa realmente activar los controles parentales?
No es prender un botón.
No es instalar una app y listo.
Es una estrategia.
Un sistema de observación, ajuste y diálogo.
Y sobre todo, es una decisión diaria.
Activar los controles parentales no garantiza protección total, como bien dice el taller.
Pero sí reduce riesgos si sabes aplicarlos con inteligencia emocional.
Lo primero que hice fue usar Google Family Link.
Con eso puedes:
Establecer horarios de uso.
Aprobar o bloquear apps.
Ver la ubicación del dispositivo.
¿El problema?
Pensar que eso es suficiente.
(No lo es.)
¿Por qué activar Family Link es solo el principio?
Porque el acceso digital de tus hijos no depende de una sola aplicación.
Family Link es útil, claro.
Pero no lo hace todo.
Necesitas entender qué dispositivos usan, qué redes manejan, y cómo piensan.
Un niño o niña de 10 años puede ver más videos en una Smart TV que en el celular.
Puede tener conversaciones en el chat de un juego, más que en WhatsApp.
Puede aprender a burlar tus bloqueos viendo un tutorial en YouTube.
Por eso, el verdadero control no está en el software.
Está en la conversación.
¿Qué tan fácil es saltarse los controles si no sabes configurarlos bien?
Muy fácil.
Muy al inicio empecé con Tiempo en Pantalla en Apple.
Pensé que con eso, listo.
Pero si no bloqueas los cambios de configuración, si no eliges un código que no compartes, si no verificas los “modos de concentración” y el historial…
Tu hijo o hija puede evadirlo.
En Wired, dicen lo mismo:
“Los niños entienden las limitaciones del sistema más rápido de lo que los padres aprenden a configurarlo.”
Moraleja: no es activar por activar.
Es configurar, probar, revisar y actualizar constantemente.
¿Qué es más efectivo: bloquear o hablar?
Hablar. Siempre.
El taller lo dice sin rodeos:
“La comunicación es la base de cualquier estrategia de seguridad digital.”
Si bloqueas sin explicar, ellos sienten que los espías.
Y cuando sienten eso, buscan la forma de esconderse.
En cambio, cuando conversas…
Se abre otra puerta.
Una que no aparece en ninguna app.
Yo le dije a mi hijo:
“No se trata de que no confíe en ti. Se trata de que allá afuera hay cosas que tú todavía no entiendes. Y quiero ayudarte a navegar ese mundo, no dejarte solo.”
¿Y los videojuegos? ¿Hay forma de controlar lo que juegan?
Sí. Pero necesitas dos cosas:
Saber qué juegos están usando.
Entender qué clasificación tienen.
En México existe el Sistema Mexicano de Equivalencias para Contenido de Videojuegos (SMECCV).
Y aunque muchos lo ignoren, te ayuda a entender para qué edad es cada juego:
A: todo público.
B (12+): violencia moderada, lenguaje leve.
B15: referencias sexuales, humor vulgar.
C y D (18+): contenido explícito.
Si tu hijo de 10 años juega Call of Duty… Houston, tenemos un problema.
Pero hay alternativas seguras:
La clave: jugar con ellos al menos un par de veces.
No para espiar, sino para entender qué hacen y por qué les gusta.
¿Y YouTube? ¿Se puede filtrar lo que ven ahí?
Sí. Pero hay que hacerlo bien.
YouTube tiene varias capas de control. Y tú decides cuántas usar:
Modo Restringido:
Es un filtro básico, pero útil. Se activa desde tu cuenta (foto de perfil > configuración).YouTube Kids:
Ideal para menores de 9 años. Puedes aprobar manualmente qué pueden ver.Cuentas Supervisadas:
Para mayores de 10, permite ajustar niveles:“Explora”
“Explora más”
“La mayor parte de YouTube”
Bloqueo de canales específicos:
Si algo no te gusta, toca los tres puntos al lado del video y elige “No recomendar este canal”.Desactivar reproducción automática:
Esto evita que empiecen a ver contenido que no eligieron.
Todo esto funciona mejor si lo haces con ellos presentes.
Para que entiendan que no se trata de castigar, sino de acompañar.
¿Y si el verdadero control está en el módem?
Pocas familias saben esto:
el router es tu primera línea de defensa.
Sí, ese aparato que entrega el Wi-Fi en casa.
También puede ayudarte a:
Filtrar sitios inapropiados.
Bloquear dispositivos por horarios.
Restringir contenido por categorías.
¿Cómo se hace?
En algunos casos, (no en todos, lo sé), sólo es entrar a tu navegador y escribir 192.168.1.1
Ingresa con los datos de administrador (usualmente están en la etiqueta del módem).
Ve a “Control parental” o “Seguridad”.
Ahí puedes crear reglas para bloquear sitios, poner horarios y más.
Aplica los cambios y prueba.
Si todo esto suena complicado, considera un comprar un router con control parental incluido, como:
No necesitas ser hacker. Solo necesitas voluntad.
¿Cómo detectar si ya están viendo contenido inadecuado?
El taller lo pone sin rodeos:
“Cada segundo se reporta un caso de abuso infantil online a nivel mundial.”
Sí, cada segundo.
Y muchos empiezan con la exposición accidental a material sexual, violento o manipulador.
Señales para estar alerta:
Tu hija o hijo se pone nervioso cuando entras al cuarto.
Borra el historial de navegación constantemente.
Cambia de humor sin motivo.
Se niega a compartir lo que ve o escucha.
¿Qué puedes hacer?
Revisar historial con frecuencia.
Activar Google SafeSearch.
Limitar el tiempo de pantalla.
Conversar sin juzgar.
Y sobre todo, hacer que entienda que tú no estás en contra de lo que ve, estás a favor de su seguridad.
¿Y si usan redes sociales sin que te enteres?
Es más común de lo que crees.
Estudios dicen que 8 de cada 10 niños entre 8 y 12 años ya están en redes sociales.
Aunque la edad mínima sea 13.
¿Qué hacen?
Usan la cuenta de un primo, tío o incluso de sus papás.
Abren cuentas ocultas.
Acceden desde consolas o televisiones conectadas.
Por eso, activar los controles parentales no es solo una decisión técnica.
Es una actitud consciente y continua.
Algunas acciones prácticas:
Crea perfiles separados en apps como Netflix y YouTube.
Usa tu correo para crear sus cuentas y recibir notificaciones.
Supervisa los mensajes, incluso si es incómodo.
Habla seguido sobre lo que pasa en redes.
Y cuando no sepas qué decir, simplemente pregunta.
Las mejores conversaciones digitales empiezan con: “¿qué viste hoy que te llamó la atención?”
¿Y si tu hija o hijo ya está “pegado” a la computadora?
No es momento de cortar.
Es momento de redirigir.
En lugar de pelearte con la pantalla, crea reglas nuevas:
Desconexión programada: corta el Wi-Fi en ciertos horarios.
Modo sólo texto: convierte la compu en una simple herramienta de escritura (sin navegador, sin YouTube).
Breaks reales: cada 30-40 minutos, hacer una pausa física: caminar, tomar agua, estirarse.
Herramientas útiles:
Focus To-Do (temporizador Pomodoro con tareas).
Calm (meditación para niños y adolescentes).
Forest (bloqueador de apps con árboles virtuales que crecen mientras no usas el celular).
Y si se resisten, no lo tomes personal.
Solo necesitan nuevas referencias.
Y tú puedes ser una de ellas.
¿Por qué el entorno digital impacta tanto en lo físico?
Porque todo está conectado.
Aquí algunos datos duros:
El 37% de niños de 5 años no puede sostener un lápiz correctamente.
Hay un 140% de aumento en la miopía precoz desde 2020.
La atención sostenida bajó 22% en menores que usan pantallas más de 4 horas al día.
Sí, leer mal una notificación a los 9 años…
Puede traducirse en menos motricidad fina, más ansiedad y poca tolerancia al aburrimiento a los 12.
Por eso activar los controles parentales es un acto de salud.
No de vigilancia.
Es cuidar su vista.
Su sueño.
Su capacidad de jugar sin estímulos digitales.
¿Y si el peligro no es lo que ven, sino con quién hablan?
Hablemos de grooming.
Te lo explico en 4 pasos:
Selección: el adulto localiza a un niño vulnerable.
Amistad: lo llena de halagos y le ofrece comprensión.
Aislamiento: le dice que su relación es “especial” y que nadie más los entiende.
Explotación: le pide fotos, videos o encuentros.
El depredador no parece malo.
No usa máscara.
Usa emojis, palabras dulces y videos de perritos.
¿Qué puedes hacer tú?
Enseñarles a no compartir información privada con desconocidos.
Revisar sus amistades en plataformas como Roblox, Discord o WhatsApp.
Tener una palabra clave familiar, para verificar si una videollamada o mensaje es real.
Y recordarle siempre:
“Si alguien te dice que lo nuestro es un secreto… ese alguien no quiere tu bien.”
¿Y qué hago si ya pasó algo grave?
Primero: no entres en pánico.
Recuerda:
“La peor reacción que puede tener un adulto ante una crisis digital… es culpar.”
En lugar de preguntar “¿por qué hiciste eso?”, di:
“Gracias por decírmelo. Vamos a resolverlo juntos.”
Luego:
Documenta todo. Capturas, fechas, mensajes.
Reporta. A la plataforma, al colegio, o incluso a autoridades si es necesario.
Busca apoyo profesional. Psicólogos o abogades especializados en seguridad infantil online.
Tu trabajo no es ser héroe.
Es ser red de contención.
¿Cuál es el futuro de todo esto?
El taller lo dice sin rodeos:
“La alfabetización digital no es opcional. Es una habilidad de supervivencia.”
Y lo que viene no es más fácil.
IA generativa cada vez más avanzada.
Entornos inmersivos difíciles de monitorear.
Apps nuevas que no dan tiempo a reaccionar.
Niñas y niños con dispositivos a los 2 años.
Así que sí, activar Family Link hoy puede parecer básico.
Pero es una puerta de entrada a una conversación mucho más grande.
Y esa conversación empieza contigo.
¿Por dónde empiezo si ya me siento rebasade?
Vuelve a respirar.
Y empieza por lo más sencillo:
Configura el control parental en tu router.
Activa perfiles infantiles en Netflix, YouTube y Messenger.
Usa herramientas como Family Link o Qustodio.
Habla. Todos los días. Aunque sea un poquito.
¿Y si te da miedo no saber?
Compártelo.
Diles: “yo también estoy aprendiendo”.
Eso genera conexión.
Y la conexión…
es el mejor firewall que existe.
¿Te interesan este tipo de temas?
Entonces vente a mi lista de correo.
Mando un mail diario a las 3:30 PM.
Se lee en dos minutos.
Hablo de tecnología, inteligencia artificial… y sí, hasta de mi perro.
Pero sobre todo, quiero ayudarte a tomar mejores decisiones como madre, padre o persona cuidadora.