“¿Y si me quedo fuera?”
Eso me dijo alguien en uno de los talleres que di hace poco.
No lo dijo riéndose.
Lo dijo con angustia.
Estábamos viendo herramientas de IA para automatizar procesos y ser más eficientes.
Y de pronto, pum.
Una frase que partió la sala:
—“Es que la IA va tan rápido que ya siento que no la alcanzo.
Y si no la alcanzo… ¿qué va a pasar? ¿Me quedo sin trabajo?”
Esa frase lo dice todo.
No es solo miedo al cambio.
Es miedo a volverse irrelevante.
Y eso, por si alguien lo dudaba, afecta la salud mental.
De hecho, ya hay estudios que lo documentan.
¿Qué dice la ciencia sobre esto?
Un dato que me voló la cabeza:
En un estudio con más de 3,800 adolescentes —sí, adolescentes— se encontró que uno de cada cuatro ya mostraba dependencia a herramientas de inteligencia artificial.
Y no fue porque la IA los enfermara.
Fue al revés: quienes ya tenían ansiedad o depresión eran quienes más se enganchaban.
Aquí está la fuente, por si quieres clavarte: dovepress.com.
Esto conecta con lo que escuché en ese taller:
cuando sientes que no puedes más, buscas atajos.
Y la IA se vuelve una muleta digital.
Silenciosa. Eficiente. Adictiva.
Pero —y aquí está el matiz— también puede ayudarnos.
En un estudio aplicado a más de 2,000 trabajadores del sector manufacturero en China, vieron algo inesperado:
cuando las empresas comenzaron a integrar IA, los niveles de depresión bajaron.
Literalmente, bajaron en 1.643 puntos en las mediciones clínicas.
Y parte de esa mejora se explicó porque el entorno laboral mejoró (menos presión, menos tareas repetitivas, más sentido de control).
¿No me crees? Échale un ojo a esto: ncbi.nlm.nih.gov.
Así que sí, el impacto de la inteligencia artificial en la salud mental no es blanco o negro.
Depende del contexto, y de cómo usamos la tecnología.
¿La IA me ayuda o me espía?
Y aquí viene lo más espinoso.
Según un informe del Health and AI Institute —y te juro que este documento está buenazo, lo puedes ver aquí: haiweb.org—, muchas herramientas de IA ya están analizando nuestras publicaciones, nuestra voz, nuestros mensajes y hasta cómo usamos el celular para detectar señales de depresión o ansiedad antes de que lleguen al consultorio.
Y ojo, esto tiene cosas buenas.
Hay gente que no tiene acceso a terapia.
Para esas personas, un chatbot que escucha (como Wysa o Woebot) puede ser lo único disponible a las 3am cuando el insomnio pega.
No es lo ideal. Pero es algo.
También hay estudios que muestran cómo plataformas como XAIA, una especie de avatar terapéutico en realidad virtual, ayudan a personas con ansiedad moderada a regular sus emociones.
Esto salió publicado en un paper que puedes encontrar aquí: PMCID 10817913.
Gente que probó ese tipo de herramientas decía que se sentía “segura” y “escuchada” aunque del otro lado hubiera solo un bot.
Pero hay que decirlo todo.
También hay riesgos.
¿Y si la IA me discrimina?
Ese mismo informe que te mencioné arriba también advierte que muchos modelos de IA no funcionan igual para todos.
Si no formas parte del grupo mayoritario con el que fue entrenado el sistema… puede que te ignore.
O peor: que te clasifique mal.
Y eso, cuando hablamos de salud mental, es peligrosísimo.
En el documento se cita una revisión ética que identificó 18 consideraciones clave para usar IA en estos contextos: desde privacidad y consentimiento, hasta el riesgo de deshumanizar la atención.
¿Te imaginas que te diagnostique un algoritmo sin saber siquiera quién eres?
Puedes leer sobre eso en este análisis, que detalla las implicaciones éticas.
Y lo más tremendo:
hay casos documentados en los que la IA ha empeorado la salud mental de algunas personas por dar consejos erróneos.
El año pasado, la National Eating Disorders Association tuvo que suspender su chatbot porque empezó a dar recomendaciones que reforzaban los trastornos alimenticios.
Así, literal.
¿Entonces qué hacemos?
La clave está en no romantizar.
Ni satanizar.
La IA puede amplificar lo bueno si se usa con cabeza y con regulación.
Pero también puede amplificar lo malo si se implementa sin ética.
El impacto de la inteligencia artificial en la salud mental ya no es hipotético.
Es real.
Está documentado.
Y es hora de que empecemos a hablar de esto más allá del hype.
No es solo si te va a quitar la chamba.
Es si te está quitando la paz.
Yo mando un mail diario a las 3:30 p.m., donde hablo de estos temas sin filtro:
IA, productividad, marca personal, y cómo no volverse locx mientras el mundo se actualiza.
Se lee en dos minutos.
Nos leemos ahí.



